El 23 de marzo es el Día Nacional de la Conciliación de la vida profesional, familiar y laboral y de la Corresponsabilidad en la asunción de responsabilidades. Resulta en esta instancia necesario implicar en este tema a todos los actores de la sociedad, favoreciendo mecanismos de flexibilización, entre otros. Pero, ¿Cómo conciliar cuando se es trabajadora autónoma?


Sobre este tema, Generación W charló en la sede de AMETT (Asociación de Madrid de Expendedores de Tabaco y Timbre) con su flamante presidenta, Raquel Nicolás, y con las también estanqueras María José Puparelli y Margarita Fernández. Tres mujeres potentes y autónomas en un trabajo autónomo. m Sois trabajadoras autónomas y, particularmente, estanqueras
¿Cómo conciliáis vida laboral, familiar y profesional?
Raquel Nicolás: Organizarme muy bien es la clave. Siendo autónomo, el reto es hacer malabarismos con el tiempo que tienes y las tareas a las que tienes que enfrentarte. Margarita Fernández: También, gestionar bien el tiempo. Y aunque tienes empleados, siempre estás en el banquillo de reserva preparada para salir a jugar el partido. María José Puparelli: Yo comparto la gestión del estanco con mi marido y no tenemos hijos que nos ayuden. Ahora mismo tenemos una empleada de baja y se ha tenido que quedar él solo para que yo pudiera venir aquí.
¿Es un mito la flexibilidad en el trabajo autónomo?
RN: En el estanco la flexibilidad es relativa. El estanco tiene que estar abierto un mínimo de horas. No es un comercio al uso. Si tienes empleados, los horarios los tienes cubiertos; pero si tienes una baja, hay que cubrirla.
¿Qué papel juegan los hombres que son cercanos a vosotras en cuanto a la posibilidad de conciliar? Hablemos de padres, maridos, hijos…
MJP: En mi caso la corresponsabilidad es total. Con mi marido gestionamos el estanco juntos. RN: Mi marido, tiene la oficina en el estanco y ahora está ahí porque tengo una empleada de baja. Mi padre está jubilado y sigue ayudando en lo que puede. Y alguna vez he tenido también mi hermano para ayudarme. MF: Yo decidí desde un principio que mi marido y el estanco no tuvieran nada que ver porque si no, no te puedes ir de vacaciones. Tengo ahí una línea divisoria. Prefiero que él esté libre, porque el día que nos vamos, nos vamos y solamente es uno el que está de dependiente. Quienes sí me han ayudado, han sido mis hijos mientras estaban estudiando.
¿Qué tipo de ayudas reclamarían como autónomas?
RN: Para una pyme, las bajas deberían ser parte de la seguridad social o las mutuas. MJP: Además ¿a quién contratas? Tiene que ser alguien que conozca el tema. Porque cuando empiece a estar enterada, cuando sepa de qué va la historia, ya se incorpora la titular. MF: En este negocio, el tema de la normativa no es algo baladí. Una persona ahí, para que ruede sola, necesita un mínimo de 15 días. Porque sabes que a lo mejor la lía y ese lío no es que sea ya de tipo económico, es que puede ser que venda a alguien de 17, que lo engañen con los DNI. En el caso de la baja normal, te impide poder contratar a alguien porque estás duplicando los costes sin ningún incremento del negocio.
Habéis tenido un desarrollo profesional antes de llegar al estanco ¿Qué les aportó aquella experiencia previa?
MF: Hasta los 46 años me dediqué a la consultoría tecnológica. Mi trabajo era implantar mejoras. Yo, por ejemplo, fue coger el estanco y lo primero en que me metí era en lo que yo conocía. Por tanto, fue entrar y modernizar totalmente todo para que fuera un estanco del siglo XXI. RN: Pues hombre, tu formación en una empresa tecnológica intentas aplicarla en el estanco y también en la Asociación. Mi madre es estanquera desde los 15 años y conozco el sector desde que nací. Pero también soy ingeniera informática de profesión y trabajé en consultoría 11 años. En base a tus experiencias, intentas aportar y buscar oportunidades de mejora para todos. MJP: A mi madre le dieron el estanco cuando yo tenía un añito aproximadamente y lo he vivido toda mi vida. Hice mi carrera de Químicas, empecé a dar clases y, en un momento dado, me quedé sin trabajo y empecé a ayudar a mi madre. También me planteé el reto de modernizarlo, de cambiar un poco la dinámica que había, haciéndome cargo de la dirección del estanco.
Hay cosas que han cambiado… ¿qué les diríais a las mujeres jóvenes que se van a iniciar en un negocio autónomo como el vuestro?
RN: Que no les frene nada, y menos su condición, vamos… MF: Eso por supuesto. Es que eso de que no voy a poder porque soy mujer no se me ha pasado por la cabeza en la vida. RN: También les diría que tienen que tener formación legislativa, laboral, marketing… Parece raro, pero en un estanco tienes que saber de casi todo. MJP: Trato con el público, gestión con proveedores…
AMETT es el sitio donde aportan conocimientos…
RN: El tema gremial es importante porque muchas cosas que te cuesta a lo mejor meses saber, y metes la pata, estando en una Asociación, desde el primer día estás informado. MF: Yo vengo porque lo necesito. m ¿Qué opináis de los movimientos feministas? RN: Para la igualdad, ni el machismo ni el feminismo aportan. Para que los hombres participen del debate sobre inclusión es importante la educación. Y en casa. Tengo hija e hijo y lo tengo fácil, pues ya desde pequeños se les trata por igual. MJP: Quieren darle la vuelta a la tortilla. Hasta ahora ha estado siempre el hombre dirigiendo, gobernando, y ahora quieren que sean las mujeres las que dirijan y gobiernen. No, perdona, habrá hombres válidos que puedan dirigir y gobernar y hay mujeres válidas que pueden dirigir y gobernar. Exactamente igual. La educación es básica. Y desde muy jóvenes. MF: Me horrorizaría que me nombrasen para un cargo porque se ha de cumplir una cuota. Después de haberte dedicado a tener una carrera, a tener una formación continua, un máster, etc., ¿resulta que te van a elegir porque solamente hay que cumplir una cuota? Pues la verdad es que la depresión podría ser importante. Igualdad es estar en la misma situación. Ni más, ni menos.
Raquel, a propósito de tu actividad gremial ¿qué hace falta para que más mujeres accedan a los puestos de dirección?
RN: Lo primero, no ponerse freno. En el caso de la actividad gremial, es tener muchas ganas de colaborar y de ayudar a tus compañeros y organizarte bien el tiempo.
Y en la parte funcional, ¿hay alguna cosa que tu mirada femenina modificó cuando llegaste a AMETT?
RN: Los colores a veces (risas). A lo mejor que yo soy muy metódica. Eso también lo puede ser un hombre. Aunque yo creo que el tema de la organización y ser metódico es un tema más femenino. Aparte, soy ingeniero y muy cuadriculada y metódica.
¿Qué mujeres las inspiraron es su vida?
RN: En mi caso, mi madre y mi abuela. Porque han sido mujeres trabajadoras. Mi abuela siempre ha trabajado. Desde los 20 años, montó una carbonería y la llevaba ella. Y en el caso de mi madre, no la dejaron estudiar, compraron un estanco y ella siempre ha estado a cargo de la gestión empresarial. MF: Yo igual. Mi madre fue ama de casa hasta que se fueron sus hijos y como se le quedaba vacía, decidió montar un negocio. Fíjate que, teniendo cincuenta y tantos años y sin mucha necesidad de meterse en un lío de éstos, se metió con la ayuda de mi padre. Y sí, me pareció complicarse la vida a una edad en la que ya no tienes mucha necesidad. Es bastante de admirar, cuando además no tienes una carrera detrás. Cuando tu carrera ha sido criar cuatro hijos y sacarlos adelante y ya está. Y de repente te complicas con bancos, financiaciones, sacas, normativas… Me parece muy loable. MJP: A mí, mi madre, por un lado, en cuanto a lo personal. Se quedó viuda con una niña de dos años y media en la barriga y tuvo que salir adelante como pudo. La solución fue el estanco.
El tener ese valor en aquella época –estamos hablando de los años 50–, de salir adelante en un mundo que, si hoy nos quejamos de machismo, en aquella época era alucinante. El tener ese valor y hacerlo, me llenó de ejemplo. Y en el plano profesional, Marie Curie. Me parece una mujer única. MF: Yo siempre leí libros de viaje, pero no tengo un personaje en sí. Lo que sí conseguí luego fue viajar, algunas veces por trabajo o por devoción, cosa que me encantó. Eso se lo debo a los libros en general, a las lecturas viajeras. RN: A mí me gusta mucho Isabel Allende, su mentalidad. Me parece una mujer muy interesante. Me gusta el mundo en el que vivió. Yo viví en Chile cuatro años y estoy familiarizada con su entorno. MF: Creo que el reto que tenemos es parte de lo que ha avanzado España. No nos planteamos que por ser mujeres vayamos a tener problemas especiales. Cada una somos de una época, de una historia y de una formación distinta. Creo que hay un avance genial. El no tener problemas por ser mujer. No, yo tengo problemas, entonces los busco solucionar.
Quitando toda aquella primera parte en la que, al incorporarme a un trabajo, y lo primero que me preguntaban era que si iba a tener hijos, que si me iba a casar. Luego ya eso desapareció y nuestros retos han sido retos profesionales y de cómo afrontarlos. En nuestro entorno, que era un trabajo muy moderno, respaldado y que siempre había una formación universitaria detrás, a lo mejor tiene algo que ver no habernos enfrentado a esos retos, que por ser mujer tienes más sueldo, menos sueldo. Creo que es ese el motivo. Las tres tenemos maridos que asumen esas responsabilidades con nosotras. Mi carrera no hubiese sido posible sin mi marido. Además, tuve a mis hijos con 28 años y con 30 y entonces, o mi marido estaba al lado, o estas carreras que te vas a las 8 ó 9 de la mañana y vuelves a las 10 de la noche, me cuentas cómo tienes un niño. Es imposible. La pareja es exactamente igual.
MJP: Creo que no hay grandes diferencias, porque si un hombre quiere triunfar, también necesita tener detrás a una mujer que le esté apoyando. MF: Pero hasta ahora el dicho era que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Pero ha habido una grandísima evolución, por lo menos en nuestro sector… RN: También depende de la mentalidad de nosotras mismas, de no pensar que somos diferentes. Igual el entorno ayuda. Estas tres mujeres potentes, que han llegado al mundo del estanco desde la tradición familiar, destacan al unísono que la ayuda de sus maridos ha sido fundamental a lo largo del su desarrollo profesional y que los retos a los que se enfrentaron tienen que ver más con desafíos de la gestión que con el hecho de ser mujeres en un ambiente tradicionalmente conducido por los hombres. Su misión principal fue modernizar el negocio.
¿Algún reto de esos tiene que ver con el hecho de ser mujer?
MF: No me he sentido discriminada por ser mujer. Siempre lo he afrontado de la misma manera y no he visto que fuera discriminada de ninguna manera. He tenido esa suerte.
¿Qué les hubiese gustado saber cuando empezaron las carreras… o qué les hubiera gustado que les dijeran?
MF: Mi madre, que fue la que se quedó con el estanco cuando nosotros ya nos habíamos ido de casa, como yo tenía una carrera que necesitaba muchas horas –la proyección fue muy rápida y muy buena–, mi madre me decía “haz todo lo que puedas ahora porque luego te van a frenar. Te va a frenar tu cuerpo, te va a frenar la edad, te va a frenar el mercado…”. Y es verdad que jamás dije que no a nada: todo lo que venía… pues lo iba a probar. ¿Que es que no me gusta, no me compensa, no me satisface…? Pues siempre hay tiempo para echarte atrás. Lo que nunca sabes si te va a volver a ocurrir es si va a volver a pasar el tren por tu puerta y vas a poder tener la oportunidad. Mi madre siempre me decía “tú para adelante, tú tira para adelante, que tiempo para dar pasos para atrás hay todo el del mundo, pero nunca sabes cuándo vas a volver a tener la oportunidad”. Yo la verdad es que jamás dije que no a nada y la verdad es que ha sido bastante satisfactorio.
RN: En mi caso, las horas de trabajo. Trabajé muchas horas y ahora pienso que es innecesario. Mi padre en mi caso me decía “te van a quemar, te van a quemar” porque eran demasiadas horas de trabajo, éramos empleados por cuenta ajena. Que al final te das cuenta que tienes una proyección muy rápida, pero al final eso mismo lo podías haber hecho frenando un poco y tendiendo un poco más de vida. Estuve 10 años prácticamente sin tener mucha vida. Aparte de salir, me tocó muchas veces viajar por trabajo. Conoces otras culturas y eso te aporta, pero bueno, no sé si tanto como las horas de trabajo consumidas. MJP: Cuando me metí en el estanco ya lo conocía, sabía de qué iba. Entonces no hay nada que me hubiera gustado saber. Lo típico, la experiencia vital que vas aprendiendo a lo largo de la vida, pero bueno, por lo demás no.