Un año más este mes de marzo hemos conmemorado el mes de la mujer. Hemos conocido datos actualizados que resultan motivadores, como que el porcentaje de mujeres que ocupan posiciones de poder empresarial en consejos de compañías Ibex es del 31% y se recuerda que el 87% de las grandes compañías incluyen gestión de diversidad de género.
Sin embargo, podemos visualizar marzo como una burbuja de logros y reivindicaciones que comienza con fuerza en torno al 8M y el empoderamiento femenino y que va perdiendo fuelle cada vez que corren los días, y así nos topamos con el 23M, Día Nacional de la Conciliación de la vida personal, familiar y laboral y de la corresponsabilidad en la asunción de responsabilidades familiares, con datos que no son tan buenos en este terreno. Una de las grandes reivindicaciones de las mujeres en las últimas décadas es el derecho a poder compaginar una carrera profesional con el proyecto vital como es el hecho de formar una familia, la posibilidad de disfrutar d e la cultura del ocio, hacer un deporte, un hobby, o irse de cañas con sus amigos. Si bien se han dictado medidas a nivel oficial que promueven un sistema de trabajo flexible y que en muchos casos los hombres también asumen parte de la carga que supone compatibilizar el empleo, la educación y las tareas domésticas, a día de hoy no hemos logrado los avances suficientes. Dos años de pandemia han afectado la desigualdad de género, con más desempleo femenino, menos tiempo para el ocio, la formación y el networking. El panorama es más perturbador para las familias monoparentales y las trabajadoras autónomas, que no encuentran lugar en las políticas de cuidados que se promueven desde los estamentos estatales.
El teletrabajo, que fue abrazado al principio por la posibilidad de pasar más tiempo con la familia y como una esperanza de mayor flexibilidad y conciliación para hombres y mujeres, ha supuesto un sobreesfuerzo para las mujeres, muchas de las cuales lamentan que lo laboral les ha invadido otras esferas, antes más privadas. El estudio “Retos de las empresas españolas en la era COVID-19”, elaborado por Sodexo, sitúa la conciliación como el reto de mayor importancia al que se tienen que enfrentar con urgencia las empresas en cuanto a la gestión del capital humano en la coyuntura actual, seguido de la transformación digital y las nuevas formas de trabajo. Según datos de Sodexo, recogidos entre 101 responsables de Recursos humanos, el 54% de las empresas españolas reconoce que la conciliación de los empleados con hijos, es uno de los factores que más les está costando solventar.
ctualmente, uno de los principales problemas para muchos empleados es la sensación de estar siempre trabajando, por lo que para el 36% de las empresas le está siendo difícil mitigar la hiperconectividad que están sufriendo los trabajadores por el trabajo remoto. Pero el panorama se oscurece aún más cuando el estudio arroja que el 51% de las empresas no piensa reforzar la conciliación y el bienestar físico y emocional de sus empleados con nuevas medidas tras la crisis sanitaria. Ante esta emergencia, la celebración de este 23M busca hoy más que nunca concienciar a la sociedad de la importancia de la conciliación y la corresponsabilidad para la calidad de vida de las personas. Para GENERACIÓN W, este derecho fundamental se tendría que estar reivindicando durante los 365 días del año. ¿
Cómo? Poniendo manos a la obra. ¿Por qué no empezamos a medir la productividad de los empleados por cumplimiento de objetivos y no por la cantidad de horas que permanecen en una oficina? Explorar esta senda por parte de empleadores podría suponer una solución en el corto y mediano plazo y, por qué no, una solución de futuro. Que la conciliación se encuentre instalada en el debate público, ha supuesto un avance. Pero no podemos hacer de esta reivindicación sólo una circunstancia testimonial. Hay que ir por más y lograr que la conciliación se haga efectiva y real.