La Ley Antitabaco cumple 15 años y su propósito inicial, reducir el número de fumadores, no es que no se haya conseguido, sino que ha producido el efecto contrario. Por su parte, ministro de Sanidad, Salvador Illa, lleva anunciando unos meses su deseo de ampliar los espacios libres de humo, e incluso, incrementar los precios de los productos del tabaco. ¿Es posible que la impotencia fruto del fracaso de esta ley derive en una cascada de medidas todavía más restrictivas?
El 15 aniversario de la Ley Antitabaco no es motivo de ninguna celebración para el Ministerio de Sanidad. Lo cierto es que, durante estos años, la tasa de fumadores en nuestro país, sí, pero no lo esperado. Pero el ministerio que encabeza Salvador Illa sigue empeñado en la ampliación de los espacios libres de humo o subir el precio de los productos que se incluyen en la norma como única solución. El ministro ya lo anunció el pasado 27 de febrero en la Comisión de Sanidad del Congreso: nueva modificación de la ley del tabaco. Su única intención es erradicar el tabaquismo no solo con el incremento del precio del tabaco –de los que el mismo Gobierno recauda al año unos 9.000 millones de euros-, sino también aumentando el precio los cigarrillos electrónicos. Segmento de productos que poco tienen que ver con el tabaco tradicional y que, como demuestran estudios científicos y hasta la FDA, tienen un impacto menor sobre la salud del consumidor.
Las fases por las que ha pasado la Ley Antitabaco desde 2006
Desde el 1 de enero de 2006, esta ley ha pasado por numerosos estados. La primera modificación llegó transcurridos cinco años, en la que quedaba totalmente prohibido fumar en «espacios públicos cerrados». El siguiente paso has sido la implantación de «espacios libres de humo», así como la prohibición del consumo de productos del tabaco en recintos deportivos. Estas medidas, también han estado acompañadas de subidas de impuestos, cambios en el empaquetado y campañas publicitarias.
No obstante, estas acciones han tenido una repercusión directa tanto en los estancos como en los propios consumidores. En los primeros, su facturación ha ido cayendo de manera generalizada año tras año poniendo en riesgo la viabilidad y sostenibilidad del monopolio estatal que sostiene a tantas familias. A su vez, el incremento del precio del tabaco ha dado vida a todas las bandas organizadas dedicadas al contrabando de tabaco. Esta situación se debe, principalmente, a que la pérdida de poder adquisitivo del público y el alto precio del tabaco, ha forzado a ciertos sectores de los consumidores a optar por un producto que carece de las garantías sanitarias y, todavía más importante, no cuenta con restricciones de acceso para los menores de edad.