Podríamos considerar que los últimos datos sobre el acceso de la mujer al mercado laboral no son del todo pesimistas. Y es que, en el año 2020, por ejemplo, la población activa de España ya era de 23 millones (según los datos de la Encuesta de Población Activa), de los cuales casi un 46% son mujeres. Y si nos quedamos con esa cifra, pensaremos que el camino está casi hecho, que hemos avanzado y que todo ha cambiado comparado con las últimas décadas
Sin embargo, es necesario para descubrir el verdadero escenario laboral actual desagregar estos datos y conocer en profundidad qué hay detrás de ellos.
En los últimos años ha habido un incremento considerable de altas en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) a nivel nacional –liderándolo comunidades como Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y Navarra– y, aunque es cierto que sólo algo mas del 35% de todas las afiliaciones se deben a mujeres, es importante atender a este dato, puesto que este porcentaje es el que respalda en su mayoría el crecimiento de autónomos en los últimos años.
Y lo cierto es que la razón mayoritaria por la que existen miles de mujeres dadas de alta por cuenta propia en los últimos años (aunque suene mas moderno el término “emprendedora”), no es otra sino los problemas que se encuentra en este mercado laboral a la hora de conciliar una vida familiar y profesional.
No se trata de renunciar, se trata de conciliar, entendido este término en el más amplio de sus significados; y, por supuesto, no se trata de conciliar sólo por tener hijos, o tener hijos menores, ni tampoco de conciliar por ser mujer… Se trata de poner de acuerdo dos mundos que hasta ahora vivían enfrentados por una cuestión cultural.
Y ello implica acabar con el hecho (probado) de que en la mayoría de los países, entre los que se incluye el nuestro, la mujer gana sólo entre el 60 y el 75 por ciento del salario de los hombres en promedio, lo cual ya es una razón bastante pesada para desalentar en este camino.
Por otro lado, si vamos más allá de ese porcentaje del 46% del que habla la Encuesta de Población Activa (EPA), y pese a ese aumento de sector femenino en el régimen especial de autónomos, veremos que la mujer sigue siendo reticiente a acceder a ciertos sectores profesionales. Por ejemplo, no es demasiado frecuente que una mujer titule una expendeduría de tabaco y timbre, si no es porque la misma le fue heredada hace tiempo de alguno de sus progenitores.
Si una mujer se platea ser dueña de un negocio, entre sus prioridades no suele estar un estanco o una lotería… Lo habitual es que en el mapa español un 70% de estas personas sean hombres, aunque para ser justos, sí es cierto que también el factor regional influye: por ejemplo, es mucho más habitual encontrarte con mujeres que poseen estos negocios en zonas como el País Vasco o Andalucía.
¿La razón? Es difícil atender a una sola, aunque es probable que se deba en su mayoría a la dificultad de poder conciliar una vida personal (que puede incluir la familiar o no) y profesional en este tipo de negocios, donde la disposición al trabajo requiere una alta dedicación, siendo en su mayoría negocios de autoempleo y no de inversión.
Que la mujer entre en el mercado laboral de forma más habitual cada año es bueno, por supuesto. Se ha demostrado que ello hace crecer la economía en el mejor de los sentidos pero no pensemos que no hay mucho más que hacer, ni generalicemos en esta materia con porcentajes que a veces no cuentan lo real o lo importante, y que requiere una atención y estudio pormenorizado.
Patricia Moreno
Abogada en Hedilla Abogados